"Lo que sí es transmisible es la pasión que el fútbol provoca en los humanos, en esa incansable voz del hincha. El aliento de los cremas este martes; eso sí que debe contagiarse en el Monumental".
"Lo que sí es transmisible es la pasión que el fútbol provoca en los humanos, en esa incansable voz del hincha. El aliento de los cremas este martes; eso sí que debe contagiarse en el Monumental".

En dos días tomarán las calles. Miles en buses, miles a pie. A cara de perro llegarán de todas partes. Con gritos. Mostrando entre sus dientes esa furia contenida durante largos días. En 48 horas, nomás, serán miles de miles apretados entre sí. Allí estarán, en su enésima toma del Monumental limeño.

Su Universitario de siempre los necesita como siempre. Y este martes aún más. La rabia por un partido, por un equipo, por una derrota de alto costo, no ha pasado aún para ellos. En la maleta que su equipo trajo de Brasil no entró el empate que pudo ser, antes de la roja a Valera que sentenció el VAR, y después de ese gol perdido por Calcaterra en la última jugada del partido.

Tampoco entró, porque pesaba mucho, la vergüenza de un acto racista de su preparador físico que ya empieza a recibir, entre rejas, la aplicación de la ley Vinicius, precisamente en el país del mismísimo atacante del Madrid. Un video puso en evidencia a este uruguayo y el club también se puso en evidencia al no condenar los gestos violentos que su trabajador, Sebastián Avellino, lanzó a la hinchada del ‘Timao’.

Pero igual, en solo dos días miles de miles, y miles más, hasta sumar ochenta mil, estarán en el Monumental para alentar, para hacerse sentir, para meter presión. Solo el hincha sabe meterse a la cancha sin salir de las tribunas. Sus cánticos, sus arengas, y sus insultos también, son pases precisos que salen de sus gargantas con bronca, y con fe también a la moral, al corazón, al chimpún de sus jugadores. Y así se alimenta, además, la garra, ese ADN crema que lo empujó a escribir su historia.

La ‘U’ se juega, ante Corinthians, la noche de este martes, el partido más importante a nivel internacional de los últimos 12 años. Su cada vez más borrosa historia copera dice que de local ha ganado tres veces a equipos de Brasil, incluida una goleada de 3-0 ante Guaraní, allá por 1979, en una de esas nostálgicas Copas Libertadores. Registro histórico hay. Hinchada también. Un estadio lleno y una afición que nunca se calla, que juega su partido. Una combinación -que en ayeres del fútbol que con justicia no volverán- podía influir en un partido complicado, casi imposible de ganar.

En la década de los 90, en el legendario estadio Lolo Fernández, Universitario y Defensor Lima igualaban 1-1. Febrero. Sol. Tiempos de carnavales que los hinchas cremas aprovecharon para lanzar desde las tribunas globos con agua a Diosdado Palma, el arquero de los granates, que no se cansó de protestarle al árbitro por la actitud de los aficionados. El partido nunca se paralizó. Sin árbitro que lo entienda ni VAR que lo ampare, Palma perdió la paciencia y la atención, también. Los cremas atacaban buscando el triunfo, los hinchas también. Con los globos llegaron cuatro goles y el carnaval en el arco del buen Diosdado. El partido finalizó 5-1 para la ‘U’.

Algo así influían los hinchas antes, abusando de la informalidad y precariedad de esa parte desadaptada de nuestro fútbol que felizmente ya se fue y al que supo sobrevivir el poder de las gargantas.

Alguna vez, un árbitro argentino que llegó a Lima para un Sudamericano sub-16 jugado en el Estadio Nacional, allá por 1986, abandonó sorpresivamente el país, lleno de miedo, horas después de dirigir un Perú-Brasil, que supuso la nada impensada derrota de nuestros jovenzuelos compatriotas. Años después, el juez contó a una revista de su país que, tras ese encuentro —en el que su actuación fue respondida por insultos de los hinchas— recibió una amenaza de muerte de Sendero Luminoso. Ello apuró su regreso a Buenos Aires. Nunca lo pudo probar. Aunque parece que se trató de la llamada que un ofuscado aficionado hizo al hotel.

Corinthians debe llegar en las próximas horas a una Lima amenazada por la violencia que anuncian algunos extremistas que insisten en la renuncia de la presidenta. Una ciudad en emergencia a punto de ser sometida a protestas sociales con fondo político. Tal vez antes de que Vanderlei Luxemburgo y su plantel pongan los pies en la capital, lo hagan las delegaciones de manifestantes que partirán de distintas regiones a la denominada “Toma de Lima”. Luxemburgo sabe que su Corinthians estará bajo presión, que el del martes será un partido caliente. Ya intentó poner reparos a Lima indicando que sus jugadores están en riesgo de contagio por el Guillain Barré. El Ministerio de Salud cortó en una esta jugada aclarando que este síndrome no se trasmite de persona a persona.

Lo que sí es transmisible es la pasión que el fútbol provoca en los humanos, en esa incansable voz del hincha. El aliento de los cremas este martes; eso sí que debe contagiarse en el Monumental.