(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

Lo de Petroperú no da para más. Solo el año pasado ha registrado pérdidas que superan los 822 millones de dólares. Un déficit que, como los de años anteriores, se ha pretendido cubrir con salvatajes dispuestos desde el Ejecutivo, es decir, inyecciones económicas provenientes de las arcas fiscales, que bien podrían destinarse a otros menesteres más urgentes para el país.

Sus gastos operativos y financieros han aumentado debido a la cuantiosa deuda que arrastra la empresa (al tener restricciones en las líneas de crédito por parte de los bancos, el costo financiero por la deuda se encarece). Gastos a los que deben añadirse las labores de aseguramiento producto de 11 derrames ocurridos durante ese mismo año.

Ello, por mencionar solo factores inmediatos y tangibles. Lo cierto es que, como repiten los especialistas, la petrolera, tal como viene siendo administrada, es un desastre que cada año le sale más caro al Perú.

Sin embargo, Perú21 publicó el domingo último donde se consignan las propiedades que la empresa maneja en beneficio de sus ejecutivos y trabajadores.

Si en 2021, tres meses antes de que Pedro Castillo asumiera la Presidencia, la administración de la empresa identificó 61 inmuebles de su propiedad que eran “no indispensables” para poder operar y que, por lo tanto, podrían ser puestos en venta, se dejó de lado otros recintos y locales que están muy lejos de parecer, precisamente, estratégicos.

Entre ellos un oneroso conjunto de sedes sociales, clubes de pesca, centros recreativos y casas de playa entre Los Órganos (Piura), Punta Sal (Tumbes) y San Isidro (Lima) por mencionar los balnearios o las vecindades más conspicuas. Ocho propiedades en total, valorizadas en más de 166 millones de dólares, a los que se deben sumar los gastos de mantenimiento y personal que acarrean.

Los nuevos titulares en las carteras de Economía y Energía y Minas han sido claros en expresarse a favor –con mayor o menor énfasis– de una drástica reestructuración en Petroperú para que la sangría del erario se detenga.

Un buen comienzo sería investigar qué tan imprescindibles son estos inmuebles para la productividad y el buen funcionamiento de la petrolera estatal. Luce hasta como una broma de humor negro hacia el país que una empresa técnicamente en bancarrota se permita estos lujos inauditos con el dinero de todos los peruanos.

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