El Ejecutivo publicó ayer un Decreto de Urgencia estableciendo medidas económicas y financieras para reestructurar Petroperú y, según aseguró el premier Alberto Otárola, volverla más eficiente.

Sin embargo, observadores más zahoríes han visto en este paquete de “medidas extraordinarias” un nuevo salvataje, el enésimo, de la empresa estatal. Esta vez se ha anunciado que se invertirán hasta 800 millones de dólares provenientes de un préstamo del Banco de la Nación (léase: dinero de todos los peruanos).

El argumento central es que el Gobierno no puede dejar caer a la petrolera, pues abastece el 27% de los combustibles que se consumen en el país.

El ministro de Economía y Finanzas, José Arista, declaró que se trataba de un apoyo financiero, pues el gran drama de Petroperú en estos momentos no es su solvencia patrimonial, sino “que atraviesa un enorme problema de liquidez”. En un derroche de optimismo, el premier agregó que el objetivo era “que a fines de año e inicios del próximo el flujo (de caja) fuera positivo en esta empresa”.

Las medidas de emergencia son de orden financiero y de gobernanza, y vienen acompañadas por una serie de disposiciones de austeridad. El directorio será recompuesto totalmente y se implementará, asimismo, un programa de retiros voluntarios para aligerar el organigrama y así poderse desprender del personal excedente.

Llama la atención, sin embargo, que no se haya tenido en cuenta una de las recomendaciones de la consultora estratégica Arthur D. Little, cuando se le contrató para que realizara un detallado estudio de la empresa, a saber, la venta de activos innecesarios.

Un hecho que puso de relieve Perú21 al dar cuenta de los innumerables inmuebles destinados a la recreación de los funcionarios, mientras las millonarias deudas dejaban sin oxígeno a este mamut estatal.

Si se habla de austeridad, hasta el momento no se ha dicho nada sobre esa parte de su patrimonio, que no es precisamente un tema menor: hablamos de mansiones y sedes sociales que no se condicen con la situación calamitosa en que se encuentra Petroperú.

Aunque los antecedentes invitan al pesimismo, cabe esperar que los ministros implicados en esta nueva reestructuración –profesionales de reconocida trayectoria– sepan en lo que se están metiendo. Es decir, que las medidas logren reducir o eliminar este pesado lastre presupuestal que tanto daño le hace a nuestra ya devastada economía