Con la principal candidata opositora inhabilitada y, hasta ahora, fuera de carrera por decisión del chavismo, el dictador Nicolás Maduro ha decidido convocar a unas apresuradas elecciones presidenciales para el 28 de julio, es decir dentro de cuatro meses.

Y en la fecha, por cierto (y muy aparte de la infeliz coincidencia con nuestro aniversario patrio), se celebra el onomástico de Hugo Chávez, con lo que ya se está sesgando el significado de esos comicios.

El ente electoral dispuso, además, que la campaña electoral tendrá apenas 21 días de duración, entre el 4 y el 25 de julio. Todo acomodado a los objetivos de mantenerse en el poder a como dé lugar y, por lo pronto, ya festinando trámites en la habitual opacidad con que se mueve el régimen.

María Corina Machado, el actual rostro que representa la resistencia a la dictadura, recibió un apoyo masivo en las elecciones primarias realizadas en su país en septiembre pasado. Y no solo de sus compatriotas, también fue respaldada por personalidades de la cultura –entre los que destaca Mario Vargas Llosa– y hasta 329 expresidentes de todo el planeta, que protestaron con energía cuando el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela anunció su descalificación para postular a cargos públicos hasta 2036.

De seguir adelante con sus planes para perpetuarse en el poder, Maduro y su gobierno tendrán que afrontar, además, las sanciones económicas que Estados Unidos y la Unión Europea han anunciado. Como se sabe estas se atenuaron no porque el dictador hubiera aflojado el control sobre sus ciudadanos o se vislumbrara un retorno a la democracia, sino por razones estrictamente geopolíticas, ante la invasión de Rusia a Ucrania.

Un tercer mandato del chavista –tan ilegítimo como los dos anteriores– puede ser catastrófico para el país del llano, cuya economía ya bastante hundida anda desde hace años.

En ese contexto es que en el Perú se han instalado un millón y medio de migrantes venezolanos, que vinieron huyendo de la hambruna y la represión de su Gobierno. Y aunque podría no ser determinante para luchar contra el poder y el fraude que seguramente montarán, quizás su voto de protesta y voluntad de cambio sí sea un mensaje que trascienda fronteras.

Lo cierto es que la comunidad internacional ya ha vuelto su atención a estos comicios amañados y quizás el dictador no la tenga tan fácil como en otros años.

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